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V.M. Samael Aun Weor




Venerable Maestro SAMAEL AUN WEOR


Buda Maitreya, Kalki Avatara de la Nueva Era de Acuario

Fundador del Movimiento Gnóstico Cristiano Universal




Libro: Las Tres Montañas.- Autor: V.M. Samael.- Capítulo: Mi Infancia

No está demás aseverar solemnemente que nací con enormes inquietudes espirituales; negarlo sería un absurdo...

Aunque a muchos les parezca algo insólito e increíble, el hecho concreto de que haya alguien en el mundo que pueda recordar en forma íntegra la totalidad de su existencia, incluyendo hasta su propio suceso del nacimiento, quiero aseverar que yo soy uno de esos.

Después de todos los consabidos procesos natales, muy limpio y hermosamente vestido, deliciosamente fui colocado en el lecho materno junto a mi madre...
Cierto gigante muy amable, acercándose a aquel sagrado lecho, sonriendo dulcemente me contemplaba, era mi padre.

Huelga decir claramente y sin ambages, que en el amanecer de cualquier existencia andamos originalmente en cuatro patas, luego en dos y por último en tres. Obviamente la postrera es el bastón de los ancianos.

Mi caso en modo alguno podía ser una excepción a la regla general. Cuando tuve once meses quise caminar y es evidente que lo logré, sosteniéndome firmemente sobre mis dos pies.

Todavía recuerdo plenamente aquel instante maravilloso en que, entrelazando mis manos sobre la cabeza, hiciera solemnemente el signo masónico de socorro: "ELAI B" NE AL' MANAH".

Y como quiera que todavía no he perdido la capacidad de asombro, debo decir que lo que sucedió entonces me pareció maravilloso. Caminar por vez primera con el cuerpo que a uno le ha dado la Madre Natura, es fuera de toda duda un prodigio extraordinario.

Muy serenamente me dirigí hasta el viejo ventanal desde el cual podía verse claramente el abigarrado conjunto de personas que aquí, allá, o acullá, aparecían o desaparecían en la calleja pintoresca de mi pueblo.

Agarrarme a los barrotes de tan vetusta ventana, fue para mi  la primera aventura; afortunadamente mi padre -hombre muy prudente - conjurando con mucha anticipación cualquier peligro, había colocado una malla de alambre en la balaustrada, a fin de que yo no fuese a caer en la calle.

¡Ventana muy antigua de un alto piso! ¡Cuánto la recuerdo! Vieja casona centenaria donde diera mis primeros pasos...

Ciertamente en esa deliciosa edad, amaba los encantadores juguetes con que los niños se divierten, más esto en modo alguno interfería mis prácticas de meditación. Por esos primeros años de la vida en que uno aprende a caminar, acostumbraba sentarme al estilo oriental para meditar...

Entonces estudiaba en forma retrospectiva mis pasadas reencarnaciones y es ostensible que me visitaban muchas gentes de los antiguos tiempos.

Cuando concluía el éxtasis inefable y retornaba al estado normal común y corriente, contemplaba con dolor los muros vetustos de aquella centenaria casa paternal, donde yo parecía, a pesar de mi edad, un extraño cenobita...

¡Cuán pequeño me sentía ante esos toscos murallones! lloraba... ¡Sí! como lloran los niños...

Me lamentaba diciendo: ¡Otra vez en un nuevo cuerpo físico! ¡Cuán dolorosa es la vida! ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!...

En esos precisos instantes acudían siempre mi buena madre con el propósito de auxiliarme, a tiempo que exclamaba: "El niño tiene hambre, tiene sed," etc., etc., etc. Jamás he podido olvidar aquellos instantes en que alegre corría por los solariegos corredores de mi casa...

Entonces me acaecían insólitos casos de Metafísica trascendente: Me llamaba mi padre desde el umbral de su recámara; yo le veía en ropas de dormir y cuando intentaba acercarme a él, se esfumaba perdiéndose en la dimensión desconocida...

Empero, confieso sinceramente que este tipo de fenómenos psíquicos me eran muy familiares. Entraba sencillamente en su alcoba y al verificar en forma directa que su cuerpo físico yacía dormido entre el perfumado lecho de caoba, me decía a mi mismo lo siguiente: ¡Ah! lo que sucede es que el alma de mi padre está afuera porque su cuerpo carnal en estos momentos está durmiendo.

Por aquellos tiempos comenzaba el cine mudo y muchas gentes se reunían en la plaza pública durante la noche, para distraerse observando películas al aire libre en la rudimentaria pantalla: una sábana bien templada, clavada en dos palos debidamente distanciados...

Yo tenía en casa un cine muy diferente: me encerraba en una recámara obscura y fijaba la mirada en la barda o pared. A los pocos instantes de espontánea y pura concentración, se iluminaba espléndidamente el muro cual si fuese una pantalla multidimensional, desapareciendo definitivamente las bardas; surgían luego de entre el infinito espacio, paisajes vivientes de la gran naturaleza, gnomos juguetones, silfos aéreos, salamandras del fuego, ondinas de las aguas, nereidas del inmenso mar, criaturas dichosas que conmigo jugueteaban, seres infinitamente felices.

Mi cine no era mudo, ni en él se necesitaba a Rodolfo Valentino, o a la famosa Gatita Blanca de los Tiempos idos.

Mi cine era también sonoro y todas las criaturas que en mi pantalla especial aparecían, cantaban o parlaban en el orto purísimo de la divina lengua primigenia, que como un río de oro corre bajo la selva espesa del sol.

Más tarde, al multiplicarse la familia, invitaba a mis inocentes hermanitos y ellos compartían conmigo esta dicha incomparable mirando serenamente las figuras astrales en la extraordinaria barda de mi oscura recámara...

Fui siempre un adorador del Sol y tanto al amanecer como al anochecer subía sobre la techumbre de mi morada (porque entonces no se usaban las azoteas) y sentado al estilo oriental como un yoguín infantil, sobre las tejas de barro cocido, contemplaba al astro rey en estado de éxtasis, sumiéndome así en profunda meditación: buenos sustos se llevaba mi noble madre viéndome caminar sobre la morada...

Siempre que mi anciano padre abría la vieja puerta del guardarropa, sentía como si me fuese a entregar aquella singular chaqueta o casaca de color púrpura en la que lucían dorados botones...

Vieja prenda del vestir caballeresco que usara con elegancia en aquella mi antigua reencarnación en que me llamara Simeón Bleler; a veces se me ocurría que entre ese armario viejo pudieran también estar guardados espadas y floretes de los antiguos tiempos.

No se si mi padre me comprendiera; pensaba tal vez que pudiera entregarme objetos de esa antepasada existencia; el anciano me miraba y en vez de tales prendas me entregaba una carreta para que con ella jugara; juguete de dichas inocentes en mi infancia...


Libro: Las Tres Montañas.- Autor: V.M. Samael.- Capítulo: Religión

Enseñado en buenos modales, confieso francamente y sin ambages, que fui educado de acuerdo con la religión oficial de mi pueblo.

Travesear con alguien, por el desván, en plena liturgia, siempre me pareció abominable...

Desde niño tuve el sentido de veneración y respeto. No quise jamás encogerme de hombros en pleno culto; nunca me agradó escabullirme de entre mis sagrados deberes, ni reírme, ni burlarme de las cosas santas.

Sin querer ahora enredarme entre espinas y zarzales, debo tan sólo decir que en tal secta mística -no importa cual sea su nombre - encontré principios religiosos comunes en todas las religiones confesionales del mundo. Citarlos ahora, es conveniente para bien de la Gran Causa.

Libro: Las Tres Montañas.- Autor: V.M. Samael.- Capítulo: Teosofía

Sin ufanarme en modo alguno con tan delicadas y múltiples inquietudes de tipo filosófico y metafísico, confieso francamente y con toda sinceridad que aún no había llegado a las diez y seis primaveras de mi actual existencia, cuando ya me hallaba enfrascado en muchas materias de enjundioso contenido.

Con ansias infinitas me propuse analizar detalladamente los problemas del espíritu a la luz de la ciencia moderna.

Muy interesantes me parecieron por aquella época los experimentos científicos del físico Inglés William Crookes, descubridor insigne de la materia en estado radiante y del Talio, ilustre miembro de la Real Sociedad Británica.

Sensacionales me parecieron las famosas materializaciones del espectro de KATIE-KING en pleno laboratorio, tema planteado por Crookes en su "Medida de la fuerza psíquica".

Excelentes, excepcionales, maravillosos, me parecieron muchos temas sagrados de la antigüedad tales como: La Serpiente del Paraíso, La Burra de Balaam, Las Palabras de la Esfinge, las voces misteriosas de las Estatuas de Mennon al romper el día, el terrible MENE-TECEL-PHARES del festín de Baltasar; el Serafín de Teherán, Padre de Abraham; los Oráculos de Delfos; los Betilos o Piedras Parlantes del Destino, los Menhires Oscilantes y Mágicos de los Druidas; las voces enigmáticas de todos los sangrientos sacrificios necromantes, origen auténtico de toda la tragedia clásica, cuyas revelaciones indiscretas en Prometeo, las Caforas y las Euménides, costaron la vida al Iniciado Esquilo; las palabras de Tiresias, el adivino evocado por Ulises en la Odisea, al borde del hoyo repleto con la sangre del cordero negro propiciatorio; las voces secretas que Alarico oía mandándole destruir a roma pecadora, y las que la doncella de Orleans oía también para que exterminase a los ingleses, etc., etc., etc.

Enseñado en buenos modales y sin ensayarme en la oratoria para recitar en público, a los diecisiete años de edad dictaba conferencias en la Sociedad Teosófica.

El Diploma Teosofista lo recibí de manos de Jinarajadasa, ilustre presidente de aquella augusta Sociedad, que en buena hora conociese personalmente.


... Agotados los teóricos estudios de tipo Teosóficos, practiqué con intensidad RAYAYOGA, BHAKTI, JNANA-Yoga, Karma-Yoga, etc., etc., etc.

Múltiples beneficios psíquicos obtuve con las Yogas prácticas preconizadas por esa venerada institución.

Como quiera que la meritísima Maestra H.P.B., consideró siempre a la HATHA-YOGA como algo demasiado inferior, me es dable manifestar que jamás me interesé por tal rama de la YOGA Indostán.

Mucho más tarde en el tiempo, fui invitado a una gran asamblea de la Venerable
Gran Logia Blanca, donde en plena Ágora se calificó a la HATHA-YOGA como auténtica MAGIA NEGRA.

Libro: Las Tres Montañas.- Autor: V.M. Samael.- Capítulo: La Fraternidad Rosa-Cruz

Diez y ocho primaveras de adolescente ya tenía en el camino de mi actual reencarnación, cuando hubo de concedérseme el alto honor de ingresar a la Escuela Rosa-Cruz Antigua. Institución Benemérita en buenahora fundada por el excelentísimo Señor Doctor Arnoldo Krumm Heller, Médico-Coronel del glorioso Ejército Mexicano; Veterano Ilustre de la Revolución Mexicana; Insigne Catedrático de la Universidad de Medicina de Berlín, Alemania; notable científico; extraordinario políglota.

Impetuoso muchacho me presenté con cierta altivez en aquella "AULA LUCIS", entonces regenteada por un ilustre caballero de esclarecida inteligencia, y sin andarme en muchos cumplidos, por los aires, confieso francamente y sin ambages, que empecé discutiendo y concluí estudiando.

Arrimarse al muro, arrinconarse en la esquina de la sala, arrobado en éxtasis, después de todo me pareció mejor.

Huélgame decir en gran manera y sin mucha prosopopeya, que empapado en muchas intrincadas teorías de enjundioso contenido, sólo anhelaba con ansias infinitas encontrar mi antiguo camino, la senda del "Filo de la Navaja".

Excluyendo cuidadosamente todo SEUDO-PIETISMO y vana palabrería insubstancial de charla ambigua, definitivamente resolví combinar teoría y práctica.

Sin prostituir la inteligencia al oro, preferí ciertamente prosternarme humildemente ante el Demiurgo creador del Universo.

Riquísimo venero inagotable de esplendores exquisitos, encontré gozoso en las magníficas obras de Krumm Heller, Hartman, Eliphas Levi, Steiner, Max Heindel, etc., etc., etc.

Sin verborrea alguna, seriamente, sinceramente, declaro enfáticamente que por aquella época de mi actual existencia me estudié ordenadamente toda la biblioteca rosa-crucista.

Con ansias infinitas buscaba en el camino a un viandante que poseyese algún bálsamo precioso para sanar mi adolorido corazón.

Sufría espantosamente y clamaba en la soledad invocando a los Santos Maestros de la Gran Logia Blanca.

El gran KABIR Jesús dijo: "Golpead y se os abrirá", "pedid y se os dará", "buscad y hallaréis".

En nombre de eso que es lo real, declaro lo siguiente: cumpliendo con las enseñanzas del Evangelio Cristiano, pedí y se me dio; busqué y hallé; golpeé y se me abrió.

... RETIRADA

Poco antes de retirarme de aquella benemérita institución, clamó aquel profesor diciendo: "Que ninguno de los aquí presente se atreva a auto-calificarse de ROSA-CRUZ, porque todos nosotros no somos sino simples aspirantes a ROSA-CRUCES.
Y luego añadió con gran solemnidad "ROSA-CRUCES: un BUDDHA, un JESÚS, un MORIA, un K.H., etc., etc., etc.

Libro: Las Tres Montañas.- Autor: V.M. Samael.- Capítulo: La Meditación

Franqueado de murallas intelectivas, hastiado de tantas teorías tan complicadas y difíciles, resolví viajar hacia las costas tropicales del mar Caribe...

Allá lejos, sentado como un ermita de los tiempos idos, bajo la sombra taciturna de un árbol solitario, resolví darle sepultura a todo ese séquito difícil del vano racionalismo...

Con mente en blanco, partiendo del cero radical, sumido en meditación profunda, busqué dentro de mí mismo al Maestro Secreto...

Sin ambages confieso y con entera sinceridad, que yo tomé muy en serio aquella frase del testamento de la sabiduría antigua que a la letra dice:

"Antes de que la falsa aurora amaneciera sobre la Tierra, aquellos que sobrevivieron al huracán y a la tormenta, alabaron al INTIMO, y a ellos se les aparecieron los heraldos de la aurora".

Obviamente buscaba al INTIMO, le adoraba entre el secreto de la meditación, le rendía culto...

Sabía que dentro de mí mismo, en las ignotas reconditeces de mi alma le hallaría, y los resultados no se hicieron esperar mucho tiempo...

Más tarde, en el tiempo, hube de alejarme de la arenosa playa para refugiarme en otras tierras y en otros lugares...

Empero, doquiera que fuese, continuaba con mis prácticas de meditación; acostado en mi lecho o en el duro piso, me colocaba en la forma de estrella flamígera -piernas y brazos abiertos a derecha e izquierda - con el cuerpo completamente relajado...

Cerraba mis ojos para que nada del mundo pudiese distraerme; después me embriagaba con el vino de la meditación en la copa de la perfecta concentración.
Incuestionablemente, conforme intensificaba mis prácticas, sentía que realmente me acercaba al Intimo...

Las vanidades del mundo no me interesaban; bien sabía que todas las cosas de este valle de lágrimas son perecederas...

El Intimo y sus respuestas instantáneas y secretas era lo único que realmente me interesaba.

Existen festivales cósmicos extraordinarios que jamás pueden ser olvidados; esto lo saben muy bien los Divinos y los Humanos...

En momentos en que escribo estas líneas viene a mi memoria el grato amanecer de un venturoso día...

Desde el jardín interior de mi morada, fuera del cuerpo planetario, hincado humildemente, clamando con gran voz llamé al Intimo...

El bendito traspasó el umbral de mi mansión; yo le vi venir hacia mí con paso triunfal...

Vestido con céfiro precioso y blanca túnica inefable, vino a mí el adorable; le contemplé dichoso...

En su cabeza celestial lucía espléndida la corona de los Hierofantes; todo su cuerpo estaba hecho de naturaleza de felicidad...

En su diestra resplandecían preciosas todas esas gemas valiosas de las cuales habla el Apocalipsis de San Juan...

Empuñaba el Señor con gran firmeza la Vara de Mercurio, el cetro de los reyes, el bastón de los Patriarcas...

Tomándome en sus brazos cantó el venerable con voz de paraíso diciendo cosas que a los seres terrenales no les es dable comprender...

El Señor de perfecciones me llevó entonces al planeta Venus, muy lejos de las amarguras de este mundo...

Así fue como me acerqué al Intimo por el camino secreto de la meditación interior profunda; ahora parlo porque...




***

En su Mensaje a los Misioneros, el V.M. SAMAEL afirmó: "FUERA LAS FINANZAS EN EL GNOSTICISMO UNIVERSAL, SOLO QUEREMOS UN SOLA COSA: AMAR PROFUNDAMENTE A LA HUMANIDAD".

Incansable y distinguido escritor contemporáneo de muchas obras de Parapsicología Esotérica y Científica, Astronomía, Kábala, Teurgia, Liturgia Hermética, Sexología, Medicina Natural, etc. Es responsable de haber sintetizado de manera extraordinaria y de facil comprensión en sus obras el conocimiento universal que toda persona necesita para alcanzar la Maestría y culminar la Gran Obra del Padre.


El V.M. Samaél Aun Weor es autor de más de 70 obras sobre esoterismo práctico donde devela los grandes Misterios plasmados en piedras, papiros, rollos y símbolos de las diferentes culturas que han existido a través de millones de años en nuestro planeta.


En el Congreso de Guadalajara de 1976, el V.M. SAMAEL AUN WEOR renunció a los Derechos de Autor sobre sus obras.



***

En la Clausura del Congreso de Guadalajara, México en 1976, el V.M. SAMAEL AUN WEOR manifestó:

"Mi insignificante persona nada vale, no tiene ningún valor, no vale nada, pero desgraciadamente para unos y afortunadamente para otros, dentro de mí está alguien que es el Señor de la Fuerza y no es posible que ninguna organización florezca sin la ayuda de la fuerza.

Tenemos como caso concreto el con Panamá, Valdés H. se adueñó de nuestra personería jurídica, lo dejamos al frente de la Iglesia Gnóstica, nos traicionó, nos pegó la puñalada por la espalda, creyó que podía hacer un poderoso movimiento donde sería el Pontífice, el Señor y fracasó, quedó completamente solo.

Otro caso concreto para refrescarles las memorias a los estudiantes antiguos, Enrique Benares, en Cali quizo hacer un movimiento fuerte, en Cali y dijo: Vamos a formar un frente único contra WEOR, contra SAMAEL y lo llevó, pero ya murió.

David Valencia, formó una revolución completa en el Quindió, se levantó en armas contra SAMAEL AUN WEOR, ahora está viejo y enfermo y solo.

Así, pues, mi insignificante persona no vale cinco centavos, yo no doy un peso por mi insignificante persona, pero repito, desgraciadamente para unos y afortunadamente para otros, dentro de mí está el Quinto de los Siete, el Señor de la Fuerza.

Dense cuenta que no existen dos, ni tres Patriarcas en el mundo de la Iglesia Gnóstica, solamente está el Quinto de los Siete, del cual yo soy únicamente un instrumento, tal vez demasiado imperfecto, pero soy el
instrumento.

Inútilmente intentarían hermanos rebeldes; tratar de conservar la iglesia contra la voluntad del Patriarcado. El Quinto de los Siete les retiraría la fuerza y esa iglesia moriría como murió la iglesia de Carlos A. Valdés H. en Panamá. Si lo quieren hacer ustedes como un experimento, háganlo y se lo demuestro a todos."

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